martes, 2 de junio de 2020

3. Lo que creemos (II) [22/11/19]

1. Introducción: «Profesar», concepto

Entre las diferentes definiciones que la RAE ofrece de la voz «profesar» elijo la siguiente por ser la que más relación tiene con el ámbito en el que nos movemos:
1. Aceptar y seguir [una persona] voluntariamente una religión, una doctrina o una creencia.


2. Profesiones de fe (25-26 YOUCAT)

Es evidente que esta definición está relacionada con la fe, por eso el término «profesión de fe» no ha de resultar familiar en la terminología católica. Pero, ¿qué son las profesiones de fe? Son fórmulas sintéticas que a lo largo del tiempo se han condensado en la Iglesia para expresar, aprender, transmitir, celebrar y vivir esa realidad que denominamos fe y que permiten una confesión común de todos los creyentes atendiendo a la importantísima dimensión comunitaria de la Iglesia.
«Quien dice "Yo creo", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión en la fe necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesión de fe.» (CIC,185).


3. Dos fórmulas de profesión de fe (28-29 YOUCAT)

Las profesiones de fe se remontan a Jesucristo que mandó a sus discípulos que bautizaran a las personas exigiéndoles una profesión de fe trinitaria: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. También podemos encontrarlas en las cartas de San Pablo; pero son dos las profesiones de fe que tienen una categoría especial, la una por ser considerada el resumen de la fe de los apóstoles y la otra por proceder de los grandes concilios de la Cristiandad –aún no dividida– (Nicea en el año 325 y Constantinopla, año 361), que hasta el día de hoy constituyen la base común de los cristianos de Oriente y Occidente. Veamos el contenido de ambas...


PROFESIÓN O FÓRMULA DE FE DE LOS APÓSTOLES (CIC, 194)

El Símbolo de los Apóstoles, llamado así porque es considerado con justicia como la síntesis fideligna de la fe de los Apóstoles, es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de este hecho: «Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común» (San Ambrosio, Explanatio Symboli, 7: PL 17, 1158D).


Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra. 
Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, 
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, 
nació de Santa María Virgen, 
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, 
fue crucificado, muerto y sepultado, 
descendió a los infiernos, 
al tercer día resucitó de entre los muertos, 
subió a los cielos 
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. 
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. 
Creo en el Espíritu Santo, 
la Santa Iglesia Católica, 
la comunión de los santos, 
el perdón de los pecados, 
la resurrección de la carne 
y la vida eterna. 
Amén. 


PROFESIÓN O FÓRMULA DE FE NICENO-CONSTANTINOPOLITANA (CIC, 195)

El Símbolo llamado Credo Niceno-Constantinopolitano debe su gran autoridad al hecho de ser el fruto de los esfuerzos para consensuar los dogmas de la fe cristiana ante las tesis arrianas y otras herejías en contra de la divinidad trinitaria.


Creo en un solo Dios, 
Padre Todopoderoso, 
Creador del Cielo y de la tierra, 
de todo lo visible y lo invisible. 
Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, 
nacido del Padre 
antes de todos los siglos: 
Dios de Dios, Luz de Luz, 
Dios verdadero de Dios verdadero, 
engendrado, no creado, 
de la misma naturaleza del Padre por quien todo fue hecho; 
que por nosotros, los hombres, 
y por nuestra salvación, bajó del cielo, 
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, 
y se hizo hombre; 
padeció y fue sepultado, 
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, 
y subió al cielo 
y está sentado a la derecha del Padre; 
y de nuevo vendrá con gloria 
para juzgar a vivos y muertos, 
y su reino no tendrá fin. 
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, 
que procede del Padre y del Hijo, 
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, 
y que habló por los profetas. 
Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica. 
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. 
Espero la resurrección de los muertos 
y la vida del mundo futuro. 
Amén. 


4. ¿Por qué creemos en un solo Dios? (30 YOUCAT)

Por las múltiples referencias de la Sagrada Escritura: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo« (Dt 6,4). «Yo soy un Dios justos y salvador, y no hay ninguno más» (Is 45,21)… Pero también por simple lógica, si hubiera dos dioses el uno sería el límite del otro y ninguno sería infinito ni perfecto ni eterno, por lo que ninguno de los dos sería Dios.
La experiencia fundamental de Dios que tiene el pueblo de Israel, y que el cristianismo hace suya es: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo» (Dt 6,4).


5. Revelación, Verdad y Amor (31-34 YOUCAT)

¿Por qué Dios nos revela su nombre a nosotros? 

Para poder invocarle, pues Dios no quiere mantenerse oculto, quiere ser conocido y ser invocado como el verdadero y el que actúa.
El nombre en el pensamiento hebreo es sumamente importante porque representa el carácter, la identidad, el propósito o el destino de la persona. Uno de los ejemplos paradigmáticos de esta realidad podemos observarlo en la Anunciación, cuando el ángel Gabriel da instrucciones muy concretas a María para que llamase Jesús –Dios salva– al Hijo de Dios, porque su carácter, identidad, propósito y destino es salvar a su pueblo de sus pecados.

Qué quiere decir que Dios es la Verdad

«Dios es Luz y en él no hay tiniebla alguna» (1Jn 1,5). Jesús como Hijo de Dios y Dios mismo dijo: «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (Jn 14,6).

¿Por qué decimos que Dios es Amor

Dios no sólo explica que es Amor, sino que lo demuestra: «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). 

¿Qué implicación tiene todo ello en nuestras vidas

El verdadero cristiano ha de poner a Dios en el centro de su vida (en la oración, en la relación con los demás, en la relación consigo mismo asumiendo las virtudes cristianas y en especial la VERDAD y el AMOR.


6. «Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso...»

¿Creemos en un solo Dios o en tres dioses distintos? (35-44 YOUCAT)

Los cristianos no adoramos a tres dioses diferentes, sino a un único ser, que es trino (Padre, Hijo y espíritu Santo) y sin embargo uno. Es el Misterio de la Santísima Trinidad: Un solo Dios, trino. Tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
PADRE: Primera Persona de la Santísima Trinidad, Creador y «Cuidador» nuestro. Jesús nos abrió a la filiación divina al enseñarnos a orar (Padre nuestro…) y en la agonía sobre la cruz (...mujer, he ahí a tu hijo...).
HIJO: Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Jesucristo, el Mesías, Redentor de la humanidad, con dos naturalezas, la divina –«Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto» (Jn 14,6-7), y la humana –«Padre,
si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42).
ESPÍRITU SANTO: Tercera persona de la Santísima Trinidad, de la misma naturaleza del Padre y el Hijo («y que habló por los profetas»), «Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción en el que clamamos: ¡Abbá, Padre!» (Rom 8,15).

¿Dios lo puede todo (Omnipotente y Todopoderoso)? (40, YOUCAT)

«Para Dios nada hay imposible» (Lc 1,37). Dios ha creado el mundo de la nada, es el Señor de la historia, gobierna todas las cosas y todo lo puede. No obstante, es un misterio cómo emplea su omnipotencia: «Porque mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos.» (Is 55,8). Con frecuencia, la omnipotencia de Dios se muestra donde los hombres ya no esperan nada de ella. Y, sin embargo, la impotencia de la Pasión fue el requisito para la Resurrección.


7. «...Creador del cielo y la tierra...» (41-48 YOUCAT)

La ciencia aún no ha explicado la creación del universo empíricamente sino a través de teorías e hipótesis. Por ello, si la Teología no tiene competencia científica y la Ciencia no tiene competencia teológica, ésta no puede excluir de forma dogmática que en la creación se hayan producido procesos cuya aceptación requiera una explicación basada en la fe. Por este motivo y desde Pío X, los 11 primeros capítulos del Génesis no se consideran historicistas y, por lo tanto, el primer libro de la Biblia no es un modelo explicativo del principio del mundo.
Un cristiano puede aceptar la teoría de la evolución sin caer en la herejía del evolucionismo, que ve al hombre como un producto casual de procesos biológicos y en donde Dios no tiene cabida. En el otro extremo nos encontramos con el «creacionismo» que consiste en olvidar las indicaciones dadas por el Vaticano desde Pío X e interpretar el Génesis de manera literal.

Los 6 días de la Creación

A partir de este simbolismo se pueden deducir varios principios:
No hay nada que no haya llamado al ser por el Creador.
Todo lo que existe es bueno según su naturaleza
También lo que se ha transformado en malo tiene un núcleo bueno.
Los seres y cosas creados son interdependientes y se complementan.
La Creación, en su orden y armonía, refleja la extraordinaria bondad y belleza de Dios.
En la Creación hay una jerarquía: el hombre está por encima del animal, el animal por encima de la planta, la planta por encima de la materia inerte.
La Creación está orientada a la gran fiesta final, cuando Cristo venga a busca al mundo y Dios sea todo en todos.

¿Por qué descansó Dios en el séptimo día?

Como signo de consumación, más allá de todo esfuerzo humano. Para la tradición judaica el sábado –Sabbat– es el sétimo día de la semana, en cambio, para los cristianos el domingo es el día en que Jesucristo ha vencido a la muerte y por ello es el día de descanso para dar gloria a Dios cuyo simbolismo trascendente es la de anticipo del descanso celestial.

¿Para qué creó Dios el mundo?

Para alabanza y gloria de Dios, entendiendo la alabanza como una aceptación de la propia existencia con total y permanente agradecimiento al Creador.


8. La Providencia de Dios (49-51 YOUCAT)

En Dios «vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). Dios, en ningún momento, abandona a sus criaturas, aún respetando su libre albedrío. Más bien son sus criaturas las que, haciendo caso omiso de la Palabra de Dios, de sus mandamientos y de los preceptos establecidos como camino de salvación, los que se alejan de su Hacedor. Y a pesar de ello, Él insiste en buscarnos y ayudarnos a volver al sendero de vuelta a casa, al tiempo que nos invita a colaborar en la perfección de su Creación.
Pero, entonces... ¿por qué permite el mal en el mundo?
«Dios permite el mal sólo para hacer surgir de él algo mejor» (Santo Tomás de Aquino). El mal es un misterio oscuro y doloroso. El mismo Jesucristo desde el madero de la crucifixión pregunta a su Padre: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).
No obstante, tenemos una certeza, Dios es bueno, por lo tanto nunca puede ser el causante del mal o de algo malo. Dios creó el mundo bueno: «Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.» (Gn 1,31).
Para San Agustín todo las cosas sido creadas por Dios, y él recibe sus perfecciones y sus bondades, como la de existir. Todos las cosas son bienes, es decir, todas son buenas por el solo hecho de existir. El mal no es una substancia, por sí solo no es nada. El mal es privación o ausencia de bien, es corrupción de lo bueno. El mal propiamente dicho es el mal moral, es decir, el que el hombre realiza por medio de su libre albedrío al alejarse de los bienes superiores, de Dios, por apegarse a los inferiores, alejándose esta manera de su fin, causando un desorden en el universo. El mal no es creación de Dios en ningún sentido, sino que proviene del mal uso que el hombre puede dar al bien del libre albedrío que Dios le dio. (Walter Albrecht Lorenzini: «El problema del mal en San Agustín»).
Por lo tanto, hemos de distinguir dos tipos de mal, el mal físico, por ejemplo, una enfermedad de nacimiento, una catástrofe natural...; y el mal moral, que es el verdadero mal, resultado del mal uso que el hombre hace de su libre albedrío.
En muchas ocasiones hemos oído echar en cara a Dios la existencia del mal: «¿cómo se puede creer en Dios cuando existe tanto mal en el mundo? A este tipo de argumentos se le puede contestar de diferentes formas una de ella sería contestando con otra pregunta: «¿cómo podría un ser humano con corazón y razón soportar la vida en este mundo si no existiera Dios?».


9. «...de todo lo visible e invisible.»

De todo lo visible

Es decir, toda la Creación perceptible por nuestros sentidos, donde el hombre tiene una posición de privilegio con respecto a las demás criaturas, pues Dios lo creó a imagen y semejanza suya, con voluntad, inteligencia y libre albedrío para amar o rechazar el amor. Por ese motivo de relevancia, el hombre ha de mantener una relación de respeto, cuidado y responsabilidad hacia el resto de criaturas.

¿Por qué creó Dios al hombre? 

El motivo de la creación del hombre es su eterna felicidad conociendo, amando y sirviendo a Dios y viviendo agradecido a su Creador. ¿Y cómo conseguirlo en un mundo tan complicado como el nuestro? Jesucristo, es decir, Dios hecho carne –Segunda Persona de la Santísima Trinidad– nos mostró con su ejemplo un modelo a seguir, no sólo mostrando la esencia de Dios sino el verdadero ideal del hombre.

¿Por qué creó Dios al hombre varón y mujer? 

Dios ha hecho al hombre de modo que sea varón o mujer y anhele la plenitud y la totalidad en el encuentro con el otro sexo. Dios, como prototipo de comunión, los creó varón y mujer para que conjuntamente sean imagen de la esencia de Dios.

¿Qué pasa con las personas con tendencias homosexuales? 

La Iglesia cree que el hombre y la mujer están hechos para complementarse en una relación recíproca, para que puedan dar la vida a los hijos. La Iglesia, por ello, no puede aprobar las prácticas homosexuales. No obstante, todo cristiano debe respeto y amor a todas las personas independientemente de orientación sexual.

¿Estaba en el Plan de Dios que los hombres sufrieran y murieran? 

No, la idea original para el hombre fue el Paraíso y la vida eterna. Fue el pecado el origen del sufrimiento y la muerte, inducido por el diablo mediante la tentación.

¿Qué es el pecado? 

El rechazo a Dios y la negativa a aceptar su amor mediante el desprecio a sus mandamientos.

¿Qué es el pecado original? 

Para explicarlo he recurrido a una cita del Papa Benedicto XVI que considero muy gráfica y didáctica: «Todos llevamos dentro una gota del veneno de ese modo de pensar reflejado en el Génesis. Esa gota de veneno la llamamos “pecado original”. […] El hombre no se fía de Dios. Tentado por las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de que Dios […] es un competidor que limita nuestra libertad y que sólo seremos plenamente seres humanos cuando lo dejemos de lado. […] Al hacer esto se fía de la mentira más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el vacío, en la muerte. (Benedicto XVI, 8.12.2005).

De lo invisible

¿Qué cosas son las creadas por Dios que son invisibles?: el alma, el cielo, el infierno, los ángeles, los demonios...

El alma

La razón nos dice que tiene que existir un principio espiritual que, unido al cuerpo, no sea, sin embargo, idéntico a éste; a ese principio lo llamamos alma, aunque su existencia no se puede probar empíricamente. La doctrina católica dice que el alma es el principio vital espiritual del hombre, lo más íntimo de su ser, la causa de que el cuerpo material sea un cuerpo humano vivo. Dios nos da un alma que no muere, aún después de perder el cuerpo en la muerte, para volver a encontrarlo en la resurrección. El alma no puede ser el producto de un desarrollo evolutivo, ni el resultado de la unión genética del padre y de la madre, viene directamente de Dios.

El cielo

El «medio» de Dios, la morada de los ángeles y los santos y la meta de la Creación. Aunque tampoco se puede demostrar su existencia de manera empírica, podemos tener fe de ella (su existencia) por las muchas referencias que Jesucristo, mediante el uso de parábolas, hizo del Reino de Dios. (Ver Mateo 13).

El infierno

Para la fe cristiana es el «estado» de separación eterna de Dios. Jesús, que conoce el infierno, en varios pasajes del Evangelio hace referencia a él diciendo: «…a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas» (Mt 8,12); «Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13,49-50); «y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego» (Mt 5,22). «…temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la gehenna» (Lc 12,5)…

Los ángeles

Son criaturas de Dios puramente espirituales con inteligencia y voluntad: «Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos» (Mt 13,49). Hay un tipo especial de ángeles que nos afectan directamente a cada uno de nosotros, se trata de los ángeles custodios: «No se acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra...» (Sal 91,11-12).
Diablos o demonios. Los ángeles separados de Dios (por rebelión y a iniciativa propia) son llamados en la Sagrada Escritura diablos o demonios. «En efecto, Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en las tenebrosas cavernas del infierno, los entregó reservándolos para el juicio» (2 Pd 2,4).


10. Reflexión YOUCAT


LEE EL SIGUIENTE TEXTO Y MEDITA SOBRE ÉL PARA, POSTERIORMENTE COMPARTIR TUS REFELXIONES.
Muchos científicos (y no científicos) piensan que Dios no hace falta para la creación del mundo puesto que todo es un proceso casual, sin sentido y sin finalidad. En 1985, el Papa Juan Pablo II contestó a este argumento de la siguiente manera: «Hablar del azar delante de un universo en el que existe tal complejidad en la organización de sus elementos y una intencionalidad tan maravillosa en su vida, sería igual a abandonar la búsqueda de una explicación del mundo como él se nos muestra. De hecho, sería equivalente a aceptar efectos sin causa. Supondría la abdicación de la razón humana, que renunciaría de este modo a pensar y a buscar una solución a los problemas».


11. Lecturas complementarias recomendadas

- SAGRADA BIBLIA: (1Tm 2,4), (1Tim 6,20), (2Tim 1,12-14)
- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (CIC): 74-100
- YOUCAT: 24-70



12. Cuestionario para valorar la comprensión del tema



No hay comentarios:

Publicar un comentario